y eso por tomar solo algo de lo que nos trae este libro. Es una obra que no se terminó y los editores pudieron tejer sin que se note mucho, un homenaje a un autor hecho desde la admiración, el cariño y la seguridad de que tiene que ser leído, el convencimiento de que Mansilla tiene mucho que darnos. Creo que no llega a las alturas de 'Canijo', pero vaya viajito me he pegado también entre estas páginas.
Una historia de humanos y bestias, de desarrapados y lobos, de bajos fondos, de la calle descarnada. Qué bien captaba esa sordidez luminosa Mansilla, lo clavaba.
Novela sobre cómo encauzar las rabias, sobre el perder a la vejez hasta las ganas de vivir, sobre pastoreo de seres humanos, psicopatía y cintas de vídeo. Un cuento apulgarado y revelador sobre lo que es la soledad, el quedar abandonado, inerme, y darse cuenta de que la realidad, lo civilizado, la vida correcta, no es más que un circo empetao de cabrones fulleros que van a la suya.
A pesar de tanta mugre, emerge de esta novela lo humano, una poderosa fe en que aún somos capaces de salvarnos, de ser respetuosos, claros y justos con los demás. Una convicción velada de que podemos ser amables y cuidarnos, no necesariamente como nos enseñaron que deberíamos hacerlo. Fe en que detrás de la psicopatía, la avaricia desbocada y tanta miseria queda aún vida, buena vida por descubrir y a la que ayudar a prevalecer.
Mira bien, estate atento cuando leas este libro, porque va de como no ser un cabrón, es una enseñanza que nadie vendrá a compartir contigo. Va de eso y de lo feliz que se puede ser desayunándose media tostá con aceite y tomate y su cafelito con leche cargao.