Miren aipatu zuen James Williams(r)en Clics contra la humanidad
El efecto global de la economía de la atención —esto es, el de gran parte de nuestras tecnologías digitales, que se limitan a cumplir la función para la que fueron diseñadas— ha sido el de frustrar y minar la voluntad a escala individual y colectiva, socavando los supuestos sobre los que se asienta la democracia. Todas estas tecnologías nos guían y nos dirigen, pero ninguna nos satisface ni nos apoya. He ahí las «distracciones» de un sistema que, decididamente, no está de nuestra parte.