Miren aipatu zuen Byung-Chul Han(r)en Vida contemplativa
[Arendt]: «Como resulta evidente que, por mucho que lo eterno pueda estar en el centro de un pensamiento, el propio pensador deja este interés en la estacada en el momento en que se sienta a pasar por escrito sus pensamientos; mientras dura el escribir, su principal interés ya no es lo eterno, sino el cuidado de dejar rastros de lo que ha pensado para la posteridad. A su manera, accedió a la vita activa, se volvió "activo" y, al hacerlo, se comprometió con las reglas y los modos que están vigentes en la vita activa, los cuales pueden conducir a la duración y, probablemente, a la inmortalidad, pero no a la eternidad». De ahí que Arendt se asombre ante un Sócrates que no escribe y renuncia de forma voluntaria a la inmortalidad. Por lo visto, la propia Arendt tuvo sus pensamientos y los pasó por escrito con la intención de ser inmortal. El carácter demasiado estrecho de su concepto de vida contemplativa le impide describirla en toda su complejidad y diversidad. Incluso la escritura puede ser una contemplación que no tenga nada que ver con la aspiración a la inmortalidad.