El día de pasado mañana

Los Estados Unidos han sido conquistados por los panasiáticos, una combinación de fuerzas chinas y japonesas que previamente se han apropiado de la India y Rusia. Los invasores imponen una brutal dictadura que aplasta cualquier desobediencia mediante ejecuciones masivas e indiscriminadas. Aprovechando que la religión no ha sido abolida (los invasores la consideran una buena anestesia social), la resistencia se organiza en torno a una iglesia propia, fundada a tal fin. Un centro de investigación de alto secreto oculto en las montañas de Colorado es el último reducto que queda del ejército de los Estados Unidos. Sin embargo, un experimento fallido con fuerzas desconocidas ha provocado la muerte repentina de todo el personal a excepción de seis científicos. Estos comprueban que la fuerza con la que han estado experimentando puede modularse para acabar con grupos raciales concretos. «El día de mañana» apareció en 1941 bajo el título de «Sixth column» (Sexta columna) y en 1949 con su título actual. En la primera fecha, los japoneses habían atacado Pearl Harbour y en la segunda se desató la revolución comunista en China. Por tanto, esta novela es un buen exponente de la temática ideológica de Heinlein, que se basa en el capitalismo sin restricciones, el darwinismo social, la desconfianza hacia el Estado, el individualismo y la iniciativa privada a ultranza, a lo que hay que añadir una fe ilimitada en la ciencia y la tecnología y una visión supremacista de lo estadounidense. Todo esto no debe hacernos olvidar que Heinlein era un excelente narrador. Sus novelas se desarrollan con una soltura envidiable, haciendo que el lector se deslice por el texto con toda facilidad, obligándole a leer incluso aquello que no le interesa. Manejaba con gran habilidad el ritmo y la elipsis, era parco pero preciso en las descripciones, y además era un buen dialoguista. ¿Se puede pedir más?